Estas retorcidas burlas de la vida humana son los únicos restos de las funestas víctimas de la búsqueda de poder del Anillo Negro. Esclavos, criminales y aquellos demasiado débiles para protegerse de los oscuros hechiceros de la premonitoria ciudadela que yace detrás de Kheshatta, desaparecieron entre sus oscuros portales y emergieron como monstruos.
Aunque no se sabe si quedan reminiscencias de vida en ellos o si son creaciones nigrománticas, los muertos
fueron revividos por una magia corrupta, la cual es desconocida para los habitantes de Estigia de la Ciudad de los Magos. La realidad es que las victimas, todavía vivas, son poseídas por almas invocadas desde el infierno, pero que no sobreviven al maléfico proceso de reincorporación que realizan los hechiceros del Círculo Negro.
Ahora montan guardia en las bóvedas más profundas de la mazmorra más sangrientamente empapada de toda Estigia, justo debajo de la Ciudadela del Círculo Negro, Las Cámaras de Ónice.